El problema es quedarse sólo en el pensamiento y no llegar a la acción.
Bien; accionemos.
El primer y quizá único problema a la hora de exponer (o colgar) la pieza sonora tal cual, es que se trata de una secuencia de 72 minutos compuesta por un puñado de sonidos sintéticos (bastante puros, pero no tanto) que dibujan una curva tonal que asciende para luego descender (con pequeños ascensos y descensos en su recorrido). A lo largo de esta secuencia nos encontramos con 3 ligeros cambios tímbricos correspondientes a cada uno de los dúos, ligeros cambios de intensidad y algunos momentos en los que un sonido abre el espacio grandilocuentemente.
A lo largo de estos 72 minutos también se incrustan (o más bien se pulverizan) 5 micro-fragmentos provenientes de 3 canciones distintas.
La mayor parte de la secuencia (en términos puramente cuantitativos) es silencio.
Pero la escucha de los 72 minutos es totalmente necesaria.
Por otro lado la música como tal es totalmente extradiegética (estricto sensu), pero para mí definitivamente metaextradiegética (por aquello de añadirle un más allá), pensada para sonar en un espacio grande y con los altavoces situados a lo lejos y en altura.
Dicho esto (y perdonen la mala literatura), les mando un sampler, una muestra, una rebanada de los 3 primeros minutos.
Reducir la pieza a 3 minutos la convierte en una canción pop y creo que eso puede estar bien; muy bien.